Es uno de los procedimientos quirúrgicos más frecuentes del paciente con fisura labiopalatina.
El alvéolo es la parte del maxilar donde se alojan los dientes y que se
sitúa entre el labio y el paladar. Los pacientes fisurados suelen tener el
maxilar dividido en dos (en fisura unilateral) o en tres (en fisura bilateral).
Secundariamente se produce una alteración en el crecimiento del maxilar
alterando su relación con la mandíbula y los dientes suelen estar mal
posicionados, especialmente el incisivo lateral y el canino debido a que se encuentran en el lugar de la fisura.
El injerto tiene múltiples ventajas:
- Reconstruir el alvéolo
para que erupcione el canino.
- Normalizar la anatomía
de la arcada en una sola pieza.
- Simetrizar las fosas
nasales, mejorando la proyección del ala nasal y simetrizando las narinas.
- Cerrar posibles
fístulas oronasales.
- Permitir movimientos
ortodóncicos para alinear los dientes.
- Permitir la colocación
de un implante dental en caso necesario.
- Reconstruir el maxilar
para una posible cirugía ortognática o distracción.
La zona donante de elección suele ser la cresta ilíaca dada la calidad y
cantidad disponible de hueso y baja morbilidad de la intervención, pudiendo
realizar una actividad normal en poco tiempo. Otras zonas en caso de defectos
pequeños son la rama ascendente mandibular o el mentón.
La edad idónea son entre los 8-12 años, período en el que aún no ha
erupcionado el canino.
Previa a la intervención es muy útil la realización de una expansión
maxilar para aumentar la anchura de la arcada, abrir el espacio para colocar el
hueso y mejorar el pronóstico del injerto. La disyunción es
realizada por los Ortodoncistas mediante aparatos en el paladar como el
quad-helix, Hyrax o McNamara.
Para evitar la infección del injerto es necesaria una buena
higiene por lo que recomendamos previa a la intervención y durante las
siguientes semanas la colocación de pomadas con antibiótico en la nariz y un
gel antiséptico (clorhexidina) en la boca para reducir la posibilidad de
contaminación del injerto.
La intervención se realiza bajo anestesia general y al día siguiente de la
cirugía se suele dar el alta del hospital teniendo un control posterior
ambulatorio a la semana. Durante el postoperatorio es importante tener una
buena higiene oral, colocar la pomada nasal y gel intraoral, tomar la
medicación (antibiótico, analgésico y antiinflamatorio), seguir una dieta
blanda y aplicar frío local y dormir con la cabecera elevada para reducir la
inflamación.
A los 4-6 meses se realiza un TAC para verificar la integración del injerto y poder iniciar el movimiento ortodóncico.


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